Ni la fuerza de las olas con toda su inmensidad, puede combatir el impulso de libertad que lleva a atraparte en ellas. Ni las corrientes, ni todo su poder, podrán hacerte pensar que no eres dueño de tu destino y la dirección de tu camino aunque dependa del viento, que hinchando las velas con la voluntad de los cielos, se convierta en movimiento. Siempre serás tu, quien se creerá dueño del viento, aunque juegues a pensar en la voluntad de tener libertad de elegir tus propios sueños.